El 90 % de las personas empieza el día tarde, aún cuando se levanta temprano.
Despiertan, revisan el celular, abren cinco pestañas, se llenan de pendientes, y terminan con la cabeza rota sin haber resuelto nada importante.
El problema no es la falta de tiempo. Es no tener una rutina diseñada para que el sistema trabaje por vos.
Quienes rinden el doble no lo hacen porque sean más inteligentes, sino porque dejaron de tomar decisiones inútiles.
Delegan al sistema todo lo que se puede automatizar. No improvisan. No anotan cosas sueltas. No tienen la cabeza ocupada en tareas que se repiten. Usan herramientas que la mayoría ni conoce, y ahí está la ventaja: no están corriendo una carrera con las mismas reglas que utiliza el resto.
Tu nuevo equipo invisible.
Mientras la mayoría sigue pidiéndole a ChatGPT que le escriba un mail, los que están un paso adelante ya están operando con flujos completos que resuelven cosas solos.
Veamos algunos ejemplos de IAs menos conocidas pero tan o más eficientes que las más conocidas del mercado.
Perplexity no es un buscador. Es tu cerebro externo.
Le das una pregunta y te devuelve no solo la respuesta, sino el contexto que importa y las fuentes que lo sostienen. Nada de entrar a diez links, ni de perder tiempo adivinando cuál es confiable.
Le preguntás: “¿Qué ventajas tiene usar IA autónoma para tareas administrativas?” y en 15 segundos tenés una respuesta clara, citas reales y links actualizados para profundizar si querés.
Sirve para pensar, para decidir, para escribir. Si sabés usarlo bien, te devuelve una hora por día sin que te des cuenta.
El directorio de prompts de alto rendimiento: FlowGPT
Después tenés FlowGPT, que no es una IA sino un directorio de prompts de alto rendimiento. ¿Qué significa eso? Que personas que ya resolvieron el problema que vos tenés (vender un producto, escribir un correo difícil, crear un funnel, hacer un informe, diseñar una estrategia) te dejan la fórmula exacta para que la copies y la adaptes. No tenés que saber cómo hablarle a la IA. Ya está hecho. Entrás, buscás el prompt que se ajusta a tu tarea, lo pegás en ChatGPT o la IA que uses, y listo. Eliminás prueba y error. Usás lo que ya está optimizado.
AskYourPDF resuelve otra cosa que nadie quiere hacer: leer documentos largos y densos. Un contrato, una política de privacidad, un informe técnico, un paper. Todo eso que te drena energía y tiempo. Subís el archivo, hacés preguntas en lenguaje normal —“¿Qué obligaciones me impone este contrato?”, “¿Qué dice sobre cancelaciones?”— y te responde con precisión. Ya no subrayás, no buscás con CTRL+F, no leés entre líneas. Te da lo que necesitás saber. Si hacés tareas que implican revisar info compleja, esto te salva.
OpenDevin es una IA orientada a programación.
Sirve para entender scripts, automatizar partes de procesos, limpiar errores o incluso generar código que después podés usar con herramientas como Make o Zapier.
Si manejás un negocio digital, esto te ahorra depender todo el tiempo de un programador para cosas simples. Es como tener un junior técnico que trabaja gratis y no se cansa.
Lo que se viene en Agentes.
Y si querés ir más allá, AgentGPT es donde entra lo que viene: IAs autónomas que piensan solas. No le das una tarea. Le das un objetivo.
Por ejemplo: “Quiero lanzar una campaña para vender este servicio en LinkedIn”. Ella se autoasigna subtareas, busca info, redacta publicaciones, arma un calendario y te entrega todo estructurado. Está en fase experimental, pero lo que ya hace alcanza para ahorrar días enteros si sabés validarlo.
No la usás como juguete. La usás como motor de arranque para sistemas más grandes.
Estas herramientas no son las que ves en los reels de productividad. No te las van a vender con frases motivacionales. Pero si aprendés a usarlas en bloque —una para buscar, otra para decidir, otra para escribir, otra para automatizar—, tu rutina cambia.
Hacés menos, pero cada acción que hacés tiene impacto.
Y ese es el punto. La rutina de los que rinden más no está hecha de esfuerzo. Está hecha sin fricción.
Las personas más eficientes no necesitan sentarse a organizar su día. Ya está organizado. No revisan información durante horas. Ya está resumida. No empiezan tareas desde cero. Ya tienen una base. Y la IA no está “ahí por si acaso”. Es parte del flujo.
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